viernes, 29 de noviembre de 2013

El terreno lo es todo

Poco antes de morir, Louis Pasteur (al que la medicina le debe la primera vacuna con bacterias inoculadas) revino sobre sus ideas y dijo "Claude Bernard tenía razón: El agente no es nada, el terreno lo es todo", dándole razón al científico francés con el que mantenía una dialéctica por carta sobre este tema.

Casi 120 años más tarde, en medicina alopática se sigue buscando los agentes a la hora de encontrar el responsable de una enfermedad. Y si no lo pueden aislar, buscan el gen, o sea algo que culpar y al cual erradicar. Si fuera así de fácil, no tendríamos tantos enfermos.

La verdad es que en nuestro organismo convivimos con millones de agentes y durante la mayoría del tiempo estamos sanos y no nos pasa absolutamente nada. Nos enfermamos cuando nuestro terreno está sobrecargado o el sistema inmune débil.

Pero ¿qué es exactamente el terreno? Las células no flotan en la nada, están circundadas por un líquido que, como todos nuestros órganos y fluidos, tienen su función: permitir la entrada de nutrientes a las células y hacer de basurero de los desecho de la misma. La composición del líquido varía en función del intercambio con y del metabolismo de la célula. Cuando el líquido intersticial ya no logra desechar todas las toxinas, su valor pH se vuelve ácido. Y este es el principio de la enfermedad: las células no reciben los nutrientes necesarios, retienen agua para compensar el ambiente ácido que reina fuera y para protegerse de ello. Si no se invierte este proceso, este continua hasta que la célula diga ¡basta! con dos opciones: o muero o me muto (necrosis o cáncer).

Para mantener un buen terreno hay que cuidar mucho la alimentación: Tendríamos que comer un 80% de alimentos alcalinos y sólo el 20% de acidificantes. La mayoría de nosotros hace todo el contrario, ya que todos los productos de animales, los lácteos, la harina refinada (blanca), el azúcar y hasta algunos vegetales como tomates o espinacas son alimentos muy acidificantes. Lo mismo vale en relación a la bebida: el café, el té, el alcohol y las bebidas gaseadas son acidificantes.

Tan importante como la alimentación es una buena función de los órganos depurativos: el hígado, el riñón, la piel y los pulmones. Si éstos tienen una función reducida, eliminar toxinas se vuelve difícil y se corre el riesgo de empeorar la situación. Darle pausa al hígado (alimentación vegetariana), activar los riñones y la piel (beber mucha agua) y forzar los pulmones (caminar a paso rápido) son algunos consejos para mantener en forma estos órganos.

Otra genial opción es utilizar drenadores homeopáticos dos o tres veces al año para hacer una limpieza a fondo. Hablando de homeopatía, unos 60 años antes de Pasteur, Hahnemann ya había descrito que la causa de las enfermedades infecciosas (en su caso, el cólera) debía de ser un microorganismo y que, para prevenirlas, habría que mejorar la higiene y poner los enfermos en cuarentena.  

La homeopatía en citas

"La homeopatía cura a más personas que cualquier otro tipo de tratamiento. Desde luego es la más segura y más económica. Es la ciencia médica más completa". Mahatma Gandhi